Por Jakson Velazquez. Si nos dedicásemos a la vida pastoril como Don Quijote algún día en una de sus aventuras, ¿quizá el ambiente estaría mas limpio, las aguas correrían mas cristalinas y el cielo mas puro? Quizás si, quizás no. La cuestión estriba principalmente en el tema de la huella ecológica que se define como el área de territorio ecológicamente productivo que necesitaría para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población dada con un modo de vida específico de forma indefinida. En otras palabras el territorio que necesitamos para la producción de nuestras cosas y servicios y el espacio que se necesita para asimilar nuestra forma de vida. Nos sorprendemos con que para vivir de la forma en que vivimos, necesitaríamos más de un planeta; pensando en que todas las personas se comporten de la misma manera. Uno de los problemas que tienen las grandes ciudades es la concentración de población, los depósitos de basuras que tienen que ser tan enormes como para procesar la basura y los desechos de 8 millones de personas. Es lógico es mas viable y menos contaminante procesar los desechos de 500 mil personas. Una aptitud responsable de empresas y personas que quieran ayudar a un territorio a ser menos impactado seria la de retirarse a la vida pastoril, es decir a territorios con menos población y menos impacto donde el volumen de desechos sea menor y por ende más fácil de manejar. De esta forma se distribuyen los recursos a otras regiones y también se distribuyen los desechos.
Cuantos planetas necesitamos para vivir o cuantos planetas necesita una ciudad para sostenerse.
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miércoles, 13 de mayo de 2009
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